23.6.12

"El lado oscuro del corazón" (film)



-¿Tú has visto cómo se pone la gente cuando se pone

 la gente cuando se enamora? 

Es como si tuvieras una peste  que te hace perder la lucidez

hasta llegar a creer que ciertos dolores pueden ser 

placenteros.


-¿Cómo se evita esa peste? Te vuelves un llorón que anda

 por ahí en carne viva.


-Sí, como un bobo.


-El viento te embriaga y te emociona cualquier cosa que se 

mueva o respire.


-Y todo te parece un milagro y te vienes amando todo lo que 

tenga vida, inclusive la vida. Es un papelón descomunal.


-Uno de los estados lamentables a los que puede acceder

 un ser humano. Es una locura tan vergonzosa Oliverio, que

 los enamorados deberían recluirse en cuarentena para que 

nadie los viera mientras les dure la peste. 

Dime como se hace para estar a salvo de esa locura ¿cómo 

se hace?


-¿Cómo se hace para no besarte? Pídeme que no respire, 

¿durante cuánto tiempo mi cuerpo podría hacerte caso

 antes de volver a tomar aire para seguir respirando y seguir

 besándote? Eso es la vida, algo tan simple como eso

, respirar y besarte, besarte y respirar, si me dejas hacer eso 

todos los días vivo 178 años."


20.6.12

Gjysh



Túmbate conmigo, coge aliento y suspira.
Cierro los ojos mientras te tomas tus primeros (y preciados) segundos en pensar en la pronunciación espaciada de las tres palabras mágicas: Érase una vez.
Y con los ojos cerrados, a veces con fuerza, huelo tu aroma y me transportas hacia un mundo lejano lleno de luz, color y fantasía, donde las princesas no viven en la esquina, los dragones no llevan corbata y las pócimas embrujadas no causan adicción.
Mientras enlazas y sentencias lo que se torna historia, yo me dejo mecer por cada hito de locura, de ilusión, de miedo y de angustia, sabiendo que es el mundo que me creas cada noche para sumergirme, sin querer queriendo, como antídoto al periódico matutino y sirenas de ambulancia.


Nunca ceses. Nunca pares de endulzar el aire armónico que se respira y que se hace denso y liviano a la vez, como una nube, que te mece y te enjuaga desde dentro.
Cuando lleguemos al final, cierra el hechizo con un susurro pequeño, apenas perceptible, sin cambio de tono, como si no hubiera terminado. 


Y allí, en la penumbra, mi cuerpo yuxtapuesto se torna por completo para seguir, unas horas, con aquel paraíso de caballeros incompletos y damas de limón.

3.6.12

Panta rei.



Siempre he sido de las que piensan que, en la vida, hay dos tipos de personas: las que son felices y las que no.
Es fácil saber quién es quién: basta con pasear un rato por la calle y mirar las caras a las personas que se cruzan. Concretamente, los ojos. Hay ojos brillantes y vivos, que se cruzan con los tuyos y algunos incluso se achican porque te han regalado una sonrisa. Hay otros que, por el contrario, no se cruzan nunca, y si lo hacen, están vacíos, oscuros pese a que puedan tener el iris azul, y llenos de incertidumbres y ocupaciones.




Generalmente, la vida te ofrece a cada instante millones de ofertas. Cada segundo, sin quererlo o conscientemente, estás eligiendo un camino u otro, un bolígrafo verde en vez de negro, una camiseta de cuadros en vez de un vestido, o café solo y con mucho azúcar, en vez de un batido. La vida y las circunstancias que te rodean te muestran  opciones... y te muestran formas de ser feliz. Claro está, que no todas, de hecho, me atrevería a decir, que muy pocas son la vía fácil.
Las personas solemos coger todas las opciones y no dejarnos llevar por lo que nos hace realmente feliz en el momento, sino coger el cajón (desastre) de prejuicios, el baúl de la razón, y vaciarlo al completo en la bifurcación. 






Todas esas frases o esos muros que tenías guardado y que, con demasiada frecuencia, usas, se dispersan y se reúnen en una opción: la más arriesgada. "¿Para qué arriesgarse?" - dicen - "Tienes que pensar en tu felicidad futura, es muy complicado y sufrirás". Y entonces, el pequeño ser humano, agustiado con tantas quejas, cierra los ojos y se autoconvence de que no puede, eligiendo la opción más sensata.



Siempre he sido de las que piensan que, en la vida, hay dos tipos de personas: las que son felices y las que no.
Es fácil saber quién es quién: los que eligen en cada momento de la vida la solución que les hace más felices, sin pensar en si es la más acertada en el futuro, sino ciñiéndose al presente, son los que, al caminar, tienen los ojos brillantes y vivos.
Los que, por el contrario, tienen demasiada vista futura, poniendo a la felicidad como la meta, y no como el camino, ésos son los que llenan su vida y su mirada de prejuicios y muros irromplibles, y son los que apenas pueden fijarse en su alrededor para poder ser felices a cada segundo.


Y yo siempre hago la misma pregunta... ¿Tanto es el riesgo que se corre haciendo lo que te hace feliz en el presente? Si es así, amigo mío o amiga mía... ¿Acaso la vida no consiste en elegir y arriesgar?




"El pasado ya está escrito, el futuro es incierto, y el ahora es un regalo... por eso se llama 'presente' ".